¿Cómo influye el fútbol en el bienestar emocional de los adolescentes?

   Con la práctica del fútbol aprenden que conseguir objetivos deseados, requiere de un proceso de preparación a partir del aprendizaje, sacrificio y esfuerzo; les ayuda a comprobar que no todo es inmediato como les gustaría, sino por el contrario que hay que trabajar para alcanzar los resultados deseados; además experimentan el disfrute de los logros obtenidos a partir del entrenamiento, asimismo a aceptar las derrotas deportivas como experiencias en la vida cotidiana, que les permiten frustrarse de una manera sana, para volver a la practica con más ganas y entusiasmo buscando su propia superación.

   Los deportes en equipo fomentan la socialización y la integración entre pares, compartiendo con otros que son iguales a mí pero diferentes; promueven la colaboración mutua, el esfuerzo y la ayuda para el logro de un objetivo común, que es el bien del equipo del cual soy parte, aceptando y reconociendo a cada uno con sus fortalezas y debilidades.

   La práctica del fútbol colabora con el desarrollo de las competencias socioemocionales en niños y adolescentes, ya que les exige desplegar la capacidad de regular y controlar sus emociones de forma adaptativa en los diferentes entornos como en situaciones deportivas vividas. Ganar o perder un partido, fallar dentro de un equipo, ser líder del equipo, asumir que pueden darse injusticias dentro de las valoraciones hechas por un árbitro y tener la posibilidad de reclamar ese hecho apropiadamente, sin faltas de respeto o agresiones, permite a su vez la construcción de relaciones más armoniosas, adoptando una actitud positiva ante la vida y los desafíos, ayudando a una autoestima más realista y sólida, a través de la expresión adecuada de sus emociones y sentimientos.

   Gracias a estas experiencias aprendidas los jóvenes muestran buen manejo y tolerancia a la frustración, presentan escasos problemas de conducta de no poder adaptarse (fracaso escolar, timidez, ansiedad, irritabilidad, intolerancia, desobediencia, agresividad), ya que se promueve la cooperación y el desarrollo de habilidades para la resolución de conflictos personales e interpersonales.

   Ser aceptado por los demás y pertenecer a un grupo supone un papel primordial en el desarrollo psicológico óptimo, dada la necesidad humana de afiliación; es uno de los grandes retos de la maduración socioemocional en la infancia y posterior adolescencia.     El sentirse perteneciente e identificarse con su grupo de pares que promueve actividades sanas con un enfoque en los valores deportivos colabora en promover un liderazgo positivo; la dedicación al tiempo de entrenamiento previo a las competencias hace que experimenten la toma de conciencia, la regulación y comprensión de sus emociones, como la ansiedad anticipatoria, el miedo al fracaso.





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